⭐VERANO INTERRUMPIDO⭐
La pequeña niña huía buscando un poco de terreno seco donde no sentir más frio, sus pies descalzos y la batita que llevaba de pijama ya no resplandecía como antes, la manchaba el lodo que inundaba ese bosque helado y sombrío. En el aire los fantasmas dueños de aquel lugar volaban sobre su cabeza persiguiendo cada uno de sus pasos, llenaban su corazón de miedo y su boca se volvió de hielo guardando para sus adentros esas huellas que con tal perversión le hicieron.
Allí permaneció por mucho tiempo, infinitas tempestades con relámpagos y truenos pero buscando la manera de hacer resplandecer en su boca una sonrisa de luna llena. Entonces aprendió a buscar armas poderosas la dulzura, la ternura hacían la fachada perfecta, aquel paisaje sin vida y aquellos fantasmas perdieron poder al descubrir que aquel cuerpo había crecido. La pequeña ya no era tan pequeña o al menos eso parecía. Sin valor, sin fuerza, sin garras para enfrentar esa pesadilla que empezó desde niña a sus fantasmas aprendió a sonreír aunque eso no quería decir que no siguiera teniendo frio, que su cuerpo, su mente, no volvieran a ser de niña cuando por algún motivo recordara lo vivido. Cuando quien le dio la vida, su guía en el camino intentaba hacer como que no pasó nada y dejaba que esos fantasmas vinieran y la pusieran en el terreno más blando de aquel bosque siniestro y vacío, entonces aun con más de 30 veranos regresaba a ser aquella de solo 6,8 o 16 veranos interrumpidos. Volvía a estar allí en medio del lodo con sus fantasmas haciendo ruido.
Allí permaneció por mucho tiempo, infinitas tempestades con relámpagos y truenos pero buscando la manera de hacer resplandecer en su boca una sonrisa de luna llena. Entonces aprendió a buscar armas poderosas la dulzura, la ternura hacían la fachada perfecta, aquel paisaje sin vida y aquellos fantasmas perdieron poder al descubrir que aquel cuerpo había crecido. La pequeña ya no era tan pequeña o al menos eso parecía. Sin valor, sin fuerza, sin garras para enfrentar esa pesadilla que empezó desde niña a sus fantasmas aprendió a sonreír aunque eso no quería decir que no siguiera teniendo frio, que su cuerpo, su mente, no volvieran a ser de niña cuando por algún motivo recordara lo vivido. Cuando quien le dio la vida, su guía en el camino intentaba hacer como que no pasó nada y dejaba que esos fantasmas vinieran y la pusieran en el terreno más blando de aquel bosque siniestro y vacío, entonces aun con más de 30 veranos regresaba a ser aquella de solo 6,8 o 16 veranos interrumpidos. Volvía a estar allí en medio del lodo con sus fantasmas haciendo ruido.